02 octubre 2006

Barcelona enamora

Tuve la suerte de visitar por segunda vez la ciudad de Barcelona. Aprovechando un fin de semana largo el 11 y 12 de septiembre, me pegué el viajecito en avión y en menos de una hora de vuelo estábamos aterrizando en el aeropuerto de El Prat.
Aunque ya había estado en esta ciudad en el 2005, y por lo tanto conocía todos o la mayoría de los atractivos turísticos más importantes, no quería perder la oportunidad de estar nuevamente en “la perla del mediterráneo”.
Madrid es una ciudad hermosa, muy española y con infinidades de actividades para hacer y lugares para conocer. Pero, a diferencia de Joaquín Sabina que “se baja en Atocha, se queda en Madrid”, yo elegiría Barcelona como la ciudad española para vivir si tuviera que elegir.
Enamorado de Barcelona, idilio que comenzó en nuestro primer acercamiento allá por septiembre del pasado año, me sumergí en sus calles, pasajes y ramblas para que termine de seducirme.
Bajé del bus que me llevó del aeropuerto al centro el sábado 9 alrededor de las 11 am. El lugar era la Plaza de Catalunya, donde nace “La Rambla” (la más conocida de todas, que muere en el monumento a Colón, a las puertas del puerto deportivo).
Era un día soleado y mucha gente, la mayoría extranjeros, caminaba por las míticas baldosas barcelonesas. Como me tenía que trasladar hasta el piso donde iba a pasar esos días, la casa del marplatense Nicolás y su novia madrileña Soledad, decidí hacer el trayecto caminando.
Y fui feliz. Me sentía totalmente encantado por lo que sabía que iba a vivir en esos días. Cual un “guiri” más, valija con rueditas en mano y música argentina en mis oídos, reía y disfrutaba. Las fachadas, los comercios, el ambiente totalmente mediterráneo y la playa que me esperaba en unas horas fueron el motivo de esa felicidad.
No voy a contar cual crónica deportiva las actividades realizadas minuto a minuto. Eso quedará en mi memoria. Sólo rescataré para esta nota algunas de las cosas que más me sedujeron, y por las que me incliné a escribir sobre esta experiencia.
Como dije, ya conocía del año pasado las “cosas típicas” que tenés que visitar cuando llegás por primera vez: la rambla, el barrio gótico, el puerto deportivo, el Montjuic y la Plaza de España, el estadio del FC Barcelona, la Catedral y obviamente la Sagrada Familia. Entonces, motivado por un artículo leído en algún suple de turismo que hablaba del “slow travel” (algo así como disfrutar el tiempo, no andar a las corridas por las ciudades para conocer la mayor cantidad en menos tiempo), esta vez mi viaje fue “de placer” (¡aún más!).
Cuatro días, tres de playa, no está nada mal; eso en el día. Por las noches, salir a caminar por el Barrio Gótico, donde están la mayoría de los bares típicos, los étnicos o los irlandeses. Tomar algunas cervecitas y tapear, entrar a comer Pintxos en un bar Vasco, o un Kebab árabe y de regreso hacer una pasadita por el puerto con toda la espectacular vista nocturna del Monte Montjuic o las fachadas de algunas de las casas del artista Gaudí.

Pero no fue todo playa, cerveza y comida mi estadía en Barcelona. El lunes fue un día atípico en mi vida.
Era 11 de septiembre que además de recordarse los atentados en EE.UU. existieron otros hechos en el mundo que se conmemoraban. Por ejemplo, en Chile fue el Golpe Militar de Pinochet al gobierno democrático de Salvador Allende; en Argentina se recuerda el Día de Maestro. Y en toda Catalunya se conmemora el día nacional de esta Comunidad: la Díada. En el 1714 las tropas españolas del gobierno Borbón derrotaron a las catalanas, y abolieron las instituciones locales que hasta ese momento tenían. Una pérdida de la independencia de Catalunya que aún hoy continúan reclamando.
Entonces, aprovechando que las manifestaciones eran cerca de donde estaba alojado, junto con Nicolás el lunes nos metimos en el medio de las actividades de los sectores izquierdistas catalanes. Conversando con un muchacho que sabía mucho de historia, nos contó qué se recordaba y muchas otras cuestiones políticas que acá en España hoy están muy presente. Me sentía un catalán más, identificado, quizá, con las luchas independentistas de Centroamérica en todo el siglo XX, que acá ellos también comparten. Se identifican con aquellos movimientos y especialmente con los revolucionarios cubanos. Por eso algunas banderas catalanas (de franjas amarillas y rojas) tienen la estrella blanca sobre el triángulo azul, como la bandera de Cuba.
Pero esta participación política y revolucionaria fueron sólo un par de horas al mediodía. Después del almuerzo estaba otra vez tumbado boca arriba sobre la Playa de la Barceloneta, en el mediterráneo español. Cual un cómodo burgués de vacaciones.
Sí, buena vida la mía, lo sé. Pero de eso se trata, de pasarla lo mejor posible. ¿O no?

Para el final, y como cierre a mi resumen del viaje, uno de los mejores lugares de todo Barcelona y quizá de toda España también.
No, no es ningún monumento, paisaje o museo. Ni siquiera una playa o una discoteca. Es simplemente, una fábrica de champagne (cava, para ser más exacto) que posee a orillas de la playa y del puerto, una comercio de bocatas. Creo sin temor a confundirme que es EL lugar que hay que visitar quien llegue por primera vez a esta ciudad. El lugar está ubicado en la calle Reina Cristina, cerca de la estación França de trenes. Y si pasa uno por la puerta y no le dicen nada, seguramente siga de largo. Sinceramente, nadie daría dos pesos por el aspecto exterior del lugar. Es un bodegón, donde la gente de pie “se pelea” para poder pedir en la barra un bocadillo y una botella de champagne. Ni siquiera tiene nombre el lugar. Se lo conoce como “la champagnería” y el boca en boca debe ser su única estrategia de difusión. Y mal no le va: está lleno todos los días que abre.
Les dejo solamente un par de fotos de ese lugar. Y obviamente la recomendación que de vayan a ese lugar si tienen la suerte de ir alguna vez por Barcelona. Y una sugerencia: bocadillo de Pollo con queso y pimientos. ¡¡¡UN MANJAR!!!

Hasta aquí mi resumen. El regreso a Madrid, el martes 12 a la noche estuvo marcado por el retrazo del vuelo a causa de una gran tormenta eléctrica y el cagazo mío arriba del avión al ver los rayos, y sentir el viento en pleno ascenso….¡AH!
Sigo ahora mi vida de todos los días, pensando en aquel amor dejado en las costas del Mediterráneo. Seguramente ella no esté pensando en mí, pero yo sí en ella. Cada día que pasa sin saber si la volveré a ver es una angustia que sólo se alivia pensando que 600 kilómetros es una distancia muy corta para un viajante con ganas de recordar los buenos momentos vividos junto a ella.

Será hasta la próxima. Hasta mi próximo viaje por alguna otra ciudad de esta maravillosa España.

Saludos. JMQ.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA, vi tu direccion en el blog de lalo y me dio curiosidad entrar a chusmear... y en cuanto leei la palabra barcelona, ahi de lleno entre... tuve la suerte de viajar con amigas a España y conocer esa ciudad y Enamorarme tbn asi que a los 9 meses ahi estaba denuevo... por poco tiempo, ya que volvimos a baires.. pero COINCIDO CON VOS EN TODO lo que escribis de esa maravillosa ciudad..y SI! el mejor lugar que existe es "la Champagneria! sin lugar a Dudas!
si podes hacerte otra escapada, disfruta una copa y una buena bocata x mi.

Suerte Anabella

Juan Manuel Quintanilla dijo...

Gracias Anabella. Obvio que volveré a Barcelona antes del regreso a Argentina, y ahi estare en La Champagneria (lo bautizamos asi, ni idea su nombre) y cuando pida el 1er bocadillo de pollo con queso, lo comeré acordandome de vos si?
gracias por el comentario!

JMQ

Anónimo dijo...

Primero fue el Blog de Lalo, fue el domingo pasado estaba leyendo clarín, así encontré tu blog por esas cosas que tiene el azar e Internet el mundo de los enlaces. Luego leí el escrito de Barcelona, los lugares que elegiste para hablar, tu mención al 11 de septiembre, “la champagnería”, en un momento pensé que hablábamos del mismo sitio, uno de mis lugares favoritos de la ciudad, pero no, era otro, el mío es "el xampanyet", muy similar al que describías, dos datos diferentes que me hacen pensar que no es el mismo; la calle en que está, el que yo digo es Montcada 22 y si tiene el cartel afuera que dice Xanpanyet pero en definitiva eso es lo de menos, la esencia del lugar parece ser el mismo. Me sentí muy identificada con lo que contabas así que luego leí tus otros relatos.
Todos interesantes.
Puede ser porque soy argentina, quizá porque también vivo en españa pero mas que nada creo por esa manera de contar la realidad tus escritos me gustaron mucho.
Quizás también porque mi cumpleaños fue en diciembre y lo pasé acá en invierno? Quizas también porque estoy leyendo un libro sobre la vida de Liliana Massaferro; de los años cincuenta a la militancia montonera, que el artículo de "otro día peronista" también me llegó de manera especial.
Y por que no porque estudiaste la misma carrera, en la plata, que mi amiga del alma. Sí demasiadas coincidencias para dejarlo pasar por alto y no escribirte.
Un saludo y gracias por los artículos,

Paola

Juan Manuel Quintanilla dijo...

Gracias Paola...no tengo más para decir, muchas flores... y sí, muchas coincidencias también.
Hasta la próxima