24 octubre 2006

Otro "Dia Peronista"

El 17 de octubre de 1945, el "Día de la Lealtad Peronista", dicen las crónicas, fue soleado, con mucho calor en la Capital y son famosas las fotos de los manifestantes que reclamaban en Plaza de Mayo la libertad de Juan Domingo Perón, refrescándose en las fuentes de agua.
Por la cuestión climatológica, cada vez que hay un lindo día se comenta entre la gente: "un día peronista"...
El último 17 de octubre, 61 años despúes, en mi contradictorio país se quizo conmemorar ese fecha con los traslados de los restos del ex presidente (muerto hace más de 30 años) del cementerio a la quinta donde vivió muchos años y en la que se construyó un mausoleo para la ocasión.
Ya de por sí, me parecía un hecho un poco absurdo al que entendí como una más de las medidas populistas y efectistas de los gobiernos Nacional y Provincial (ambos "peronistas"). Creo que Argentina tiene otros problemas más importantes para solucionar antes de montar semejante circo mediático. Sin embargo lo entiendo, aunque no comparto.
La necesidad de escribir esta nota me surgió cuando el 18 de octubre, en el trabajo, un compañero de apenas 22 años, que poco sabe de la realidad argentina y poco se interesa por saberla (como la mayoría de los españoles) me comenta:

-¿Viste lo que pasó en tu país?
- ¿Lo de Perón?- le repregunto.
- Sí, ¿que desastre no?- completa.

No era el lugar ni el interlocutor adecuado para ponerme a explicarle y discutir las cuestiones sociales de los incidentes en el acto de traslado del cuerpo. Lo único que me generaba dudas era saber cómo se había enterado. Me dijo que había salido en los noticieros de la mañana. O sea: en España habían llegado las mismas imágenes de los incidentes en San Vicente, con "Madonna" Quiroz (disparando cual un aficionado en el Tiro Federal) que tanta polvareda levantaron por allá.
Una lástima, pensé. Acá se habla poco y nada de la realidad argentina. Las únicas noticias que llegan son las malas: violencia en el fútbol, manifestaciones con incidentes, etc. Es un lei motiv del sistema mundial de las comunicaciones, no se puede hacer nada al respecto. Las malas noticias son las que venden.
Pero lo que me dio lástima es que una persona, y como él muchos miles, se entere de que existimos por las patéticas imágenes de ese día. ¿Qué necesidad había?
No quiero caer en la exageradísima comparación de este día del 2006 con el de Ezeiza en 1973, cuando hubo decenas de muertos el día del regreso de Perón del exilio. Aquel día de junio se disputaban en lo que era un festejo, cuestiones políticas muy profundas. La derecha y la izquierda peronista dirimieron a tiros sus diferencias. Era otro país y se marcaron los antecedentes de un Estado represor que llegaría al poder unos meses después.
A la distancia, en cambio, creo que esto fue el patoterismo sindical de unos energúmenos violentos de los que abundan en las cúpulas gremiales nacionales.
Sin embargo la comparación es casi inevitable, aunque incorrecta. El diario español "El País" tituló la noticia: "Argentina retrocede 30 años". Y esta fue la imagen que aquí dimos. Violentos, matones, patotas bancadas por los diferentes gobiernos, barrabravas del fútbol, todos funcionarios del sistema que tanto daño nos hace, etcéteras... Resumen de un país que quiere pero no puede, que intenta pero no lo dejan y de gente que con sus convicciones y creencias políticas o sentimentales, termina siendo el alimento de un circo y de la parodia de un país en serio.
Lamentable que un día que debería haber sido una fiesta para los peronistas terminó en una revuelta marcada por los intereses sindicales.
Esos sindicatos que creó Perón en la década del ´4o ahora lo "homenajean" de esta manera. "Descansa en Paz" tituló Página 12 el día después. Todo dicho.

Otro día peronista en nuestro país; y no me refiero a la cuestión climatológica de ese día.


Saludos. JMQ.

02 octubre 2006

Barcelona enamora

Tuve la suerte de visitar por segunda vez la ciudad de Barcelona. Aprovechando un fin de semana largo el 11 y 12 de septiembre, me pegué el viajecito en avión y en menos de una hora de vuelo estábamos aterrizando en el aeropuerto de El Prat.
Aunque ya había estado en esta ciudad en el 2005, y por lo tanto conocía todos o la mayoría de los atractivos turísticos más importantes, no quería perder la oportunidad de estar nuevamente en “la perla del mediterráneo”.
Madrid es una ciudad hermosa, muy española y con infinidades de actividades para hacer y lugares para conocer. Pero, a diferencia de Joaquín Sabina que “se baja en Atocha, se queda en Madrid”, yo elegiría Barcelona como la ciudad española para vivir si tuviera que elegir.
Enamorado de Barcelona, idilio que comenzó en nuestro primer acercamiento allá por septiembre del pasado año, me sumergí en sus calles, pasajes y ramblas para que termine de seducirme.
Bajé del bus que me llevó del aeropuerto al centro el sábado 9 alrededor de las 11 am. El lugar era la Plaza de Catalunya, donde nace “La Rambla” (la más conocida de todas, que muere en el monumento a Colón, a las puertas del puerto deportivo).
Era un día soleado y mucha gente, la mayoría extranjeros, caminaba por las míticas baldosas barcelonesas. Como me tenía que trasladar hasta el piso donde iba a pasar esos días, la casa del marplatense Nicolás y su novia madrileña Soledad, decidí hacer el trayecto caminando.
Y fui feliz. Me sentía totalmente encantado por lo que sabía que iba a vivir en esos días. Cual un “guiri” más, valija con rueditas en mano y música argentina en mis oídos, reía y disfrutaba. Las fachadas, los comercios, el ambiente totalmente mediterráneo y la playa que me esperaba en unas horas fueron el motivo de esa felicidad.
No voy a contar cual crónica deportiva las actividades realizadas minuto a minuto. Eso quedará en mi memoria. Sólo rescataré para esta nota algunas de las cosas que más me sedujeron, y por las que me incliné a escribir sobre esta experiencia.
Como dije, ya conocía del año pasado las “cosas típicas” que tenés que visitar cuando llegás por primera vez: la rambla, el barrio gótico, el puerto deportivo, el Montjuic y la Plaza de España, el estadio del FC Barcelona, la Catedral y obviamente la Sagrada Familia. Entonces, motivado por un artículo leído en algún suple de turismo que hablaba del “slow travel” (algo así como disfrutar el tiempo, no andar a las corridas por las ciudades para conocer la mayor cantidad en menos tiempo), esta vez mi viaje fue “de placer” (¡aún más!).
Cuatro días, tres de playa, no está nada mal; eso en el día. Por las noches, salir a caminar por el Barrio Gótico, donde están la mayoría de los bares típicos, los étnicos o los irlandeses. Tomar algunas cervecitas y tapear, entrar a comer Pintxos en un bar Vasco, o un Kebab árabe y de regreso hacer una pasadita por el puerto con toda la espectacular vista nocturna del Monte Montjuic o las fachadas de algunas de las casas del artista Gaudí.

Pero no fue todo playa, cerveza y comida mi estadía en Barcelona. El lunes fue un día atípico en mi vida.
Era 11 de septiembre que además de recordarse los atentados en EE.UU. existieron otros hechos en el mundo que se conmemoraban. Por ejemplo, en Chile fue el Golpe Militar de Pinochet al gobierno democrático de Salvador Allende; en Argentina se recuerda el Día de Maestro. Y en toda Catalunya se conmemora el día nacional de esta Comunidad: la Díada. En el 1714 las tropas españolas del gobierno Borbón derrotaron a las catalanas, y abolieron las instituciones locales que hasta ese momento tenían. Una pérdida de la independencia de Catalunya que aún hoy continúan reclamando.
Entonces, aprovechando que las manifestaciones eran cerca de donde estaba alojado, junto con Nicolás el lunes nos metimos en el medio de las actividades de los sectores izquierdistas catalanes. Conversando con un muchacho que sabía mucho de historia, nos contó qué se recordaba y muchas otras cuestiones políticas que acá en España hoy están muy presente. Me sentía un catalán más, identificado, quizá, con las luchas independentistas de Centroamérica en todo el siglo XX, que acá ellos también comparten. Se identifican con aquellos movimientos y especialmente con los revolucionarios cubanos. Por eso algunas banderas catalanas (de franjas amarillas y rojas) tienen la estrella blanca sobre el triángulo azul, como la bandera de Cuba.
Pero esta participación política y revolucionaria fueron sólo un par de horas al mediodía. Después del almuerzo estaba otra vez tumbado boca arriba sobre la Playa de la Barceloneta, en el mediterráneo español. Cual un cómodo burgués de vacaciones.
Sí, buena vida la mía, lo sé. Pero de eso se trata, de pasarla lo mejor posible. ¿O no?

Para el final, y como cierre a mi resumen del viaje, uno de los mejores lugares de todo Barcelona y quizá de toda España también.
No, no es ningún monumento, paisaje o museo. Ni siquiera una playa o una discoteca. Es simplemente, una fábrica de champagne (cava, para ser más exacto) que posee a orillas de la playa y del puerto, una comercio de bocatas. Creo sin temor a confundirme que es EL lugar que hay que visitar quien llegue por primera vez a esta ciudad. El lugar está ubicado en la calle Reina Cristina, cerca de la estación França de trenes. Y si pasa uno por la puerta y no le dicen nada, seguramente siga de largo. Sinceramente, nadie daría dos pesos por el aspecto exterior del lugar. Es un bodegón, donde la gente de pie “se pelea” para poder pedir en la barra un bocadillo y una botella de champagne. Ni siquiera tiene nombre el lugar. Se lo conoce como “la champagnería” y el boca en boca debe ser su única estrategia de difusión. Y mal no le va: está lleno todos los días que abre.
Les dejo solamente un par de fotos de ese lugar. Y obviamente la recomendación que de vayan a ese lugar si tienen la suerte de ir alguna vez por Barcelona. Y una sugerencia: bocadillo de Pollo con queso y pimientos. ¡¡¡UN MANJAR!!!

Hasta aquí mi resumen. El regreso a Madrid, el martes 12 a la noche estuvo marcado por el retrazo del vuelo a causa de una gran tormenta eléctrica y el cagazo mío arriba del avión al ver los rayos, y sentir el viento en pleno ascenso….¡AH!
Sigo ahora mi vida de todos los días, pensando en aquel amor dejado en las costas del Mediterráneo. Seguramente ella no esté pensando en mí, pero yo sí en ella. Cada día que pasa sin saber si la volveré a ver es una angustia que sólo se alivia pensando que 600 kilómetros es una distancia muy corta para un viajante con ganas de recordar los buenos momentos vividos junto a ella.

Será hasta la próxima. Hasta mi próximo viaje por alguna otra ciudad de esta maravillosa España.

Saludos. JMQ.